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Sin tener miedo a nada a veces uno se va en contra de lo que más teme, pero sin saber que saldrá gravemente desarraigado de lo no material, ya que a la vez que se hacen cosas grandes y buenas, también se hacen cosas bajas y malas.
Cuando uno no logra controlar lo que le sucede alrededor, a causa de no afrontarlo por no querer o por lo que sea, o por simplemente tomarlo como otro problema más que se desvanecerá con el tiempo, uno sin tener intenciones malas simplemente no logra arreglar las cosas ni mantener los arraigos tantas veces ovacionados por ser tan fuertes, tan vigorosos y llenos de júblos tal y como eran en los buenos tiempos, los cuales mirados desde la perspectiva actual, se ven cada vez más alegres.
Lo que no logro descifrar es el por qué de mis acciones ni el cómo realizar lo correcto, cuando ni siquera se entiende sobre el puto sentido de lo correcto. Es como el caso de la comunidad de monjes que mantiene en su haber a campesinos que trabajan día y noche para ellos con tal de que les acepten como adeptos a una religión que quizás sea la salvación que se anda buscando, y sin embargo al ser simples esclavos y no dar su opinión a valer hacia sus "dueños", se retuercen en su agonía de realmente no ser escuchados ni ser tampoco sentidos por los demás, haciendo que su espera de ser atendidos sea cada vez más difícil de ser finalizada, gracias a un simple gesto.